viernes, 1 de mayo de 2015

SANTA MARÍA GORETTI MODELO DE PUREZA Y PERDÓN

Mártir de la pureza Tras recordar brevemente la vida de María Goretti, hija de una familia de inmigrantes sumamente pobres, el Papa en su misiva dirigida al obispo de Albano, Agostino Vallini, presenta a «la pequeña y dulce mártir de la pureza».

«¡Qué fúlgido ejemplo para la juventud! --exclama el Papa-- A la mentalidad sin compromiso, que invade a buena parte de la sociedad y de la cultura de nuestro tiempo, le cuesta comprender la belleza y el valor de la castidad».

«Del comportamiento de esta joven santa emerge una percepción elevada y noble de la dignidad propia y de los demás», añade el mensaje pontificio y pregunta: «¿No es acaso una lección de gran actualidad?».

«Frente a una cultura que valora en exceso el carácter físico en las relaciones entre el hombre y la mujer, la Iglesia sigue defendiendo y promoviendo el valor de la sexualidad como factor que afecta a todos los aspectos de la persona y que deber ser vivido, por tanto, con una actitud interior de libertad y de respeto recíproco, a la luz del designio originario de Dios».

«En esta perspectiva, la persona se descubre como destinataria de un don y es llamada, a su vez, a convertirse en don para el otro», aclara.

Santa del perdón
En segundo lugar, Juan Pablo II presenta a María Goretti como modelo de perdón, pues fue capaz de perdonar a su asesino, Alessandro Serenelli, inquieto joven que la asesinó golpeándola repetidamente con punzón.

El perdón de María fue decisivo para Alessandro. Al salir de la cárcel, tras haber cumplido ejemplarmente con una pena de 27 años, lo primero que hizo fue visitar a la madre de María para pedirle perdón. Encontró trabajo como jardinero en el monasterio capuchino de Macerata, donde pasó el resto de su vida.

«¡Que la humanidad se adentre con decisión en el camino de la misericordia y el perdón!», deseó el Papa al recordar tanto la figura de María como la del mismo Alessandro.

«Propongo el ejemplo de esta santa en especial a los jóvenes, que son la esperanza de la Iglesia y de la humanidad»

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